
Siendo tan
importante como eres par mí y para muchas personas, no podía dejar
pasar más el tiempo sin dedicarte unas palabras, que seguro no serán
suficientes porque el sentimiento es difícil de explicar, pero
espero que al menos sirvan a modo de oración para ti y admiración
por lo mucho que te debo y debemos todo el pueblo de Casariche. Te lo
decimos a ti porque haces que cada Viernes de esta semana mágica sea
diferente, porque aportas el toque la luz y la chispa perfecta para
que un cielo que se despierta envuelto de morado pasión se tiña
poco a poco del verde más esperanzador que se pueda imaginar. Eres
la alegría de tus hermanos y de tus hijos, la luz de la mañana para
el que te pide esperanza, además del ingrediente perfecto para que
podamos ver el más bonito amanecer que se pueda tener. Das aliento a
todo el que te lo pide, a todo el que te quiere ver, porque no te
guardas nada, lo entregas todo cada mañana de Viernes Santo.
Todo esto es
lo que veo y siento cuando oigo hablar de ti, cuando escucho a tus
costaleros, a tus nazarenos, a tus hijos, a tus hermanos, a todos los
que te procesan devoción. Escucharlos es dejarse llevar por lo que
sienten por ti. Solo con pensar en el brillo en la mirada que se
desprende de ellos cuando sus palabras se llenan de esperanza, uno ya
sabe lo mucho que significas. Tanta emoción, tanta devoción y sobre
todo tanta ilusión. Ilusión porque para todos nosotros, y en esto
me incluyo yo, cada año que se prepara tu salida de una forma
especial. Lo saben bien, las personas que te perfuman con las flores
más frescas de la primavera, lo saben bien los que pasan días y
noches limpiando la plata para que en el mágico día brille más que
el sol. Lo sabe bien Antonio, que sin haberse criado bajo tu regazo
te viste como la más hermosa de las reinas, ya se de hebrea, ya sea
de reina, en cuaresma, en semana santa y durante todo el año, y lo
saben bien los que te llevan por las calles de nuestro pueblo, tus
costaleros, esos si que lo saben bien, porque serían capaces de
cualquier cosa para que el pueblo reciba tu mirada.
Aunque
hablar de ti es difícil, porque muchos piensan que solo eres una
imagen que se resguarda bajo un palio de tercio pelo. Partiendo de
ahí resulta muy difícil, pero con esto no pretendo convencer a
nadie, solo quiero que al menos, durante el tiempo en el que leen
estas palabras, la gente te pueda ver, y te pueda sentir, aunque solo
sea durante un instante, como te vemos y sentimos todos nosotros,
queremos que te vean por sus ojos como te vemos nosotros a través de
los nuestros.
Un palio y
una imagen es quedarse corto, demasiado corto, es mucho más que eso.
Es algo tan peculiar que resulta difícil no solo de explicar, sino
de entender. Es algo complicado, muy complicado, y sobre todo
complejo, tan complejo como explicar un rostro. Es algo muy difícil,
como entender su mirada, saber que quiere decir una mirada perdida,
sin punto fijo, tranquila y paciente, dispuesta a mirar a todo aquel
que quiera ser mirado y recibir esa mirada. Una mirada sin consuelo
cargada de ilusión, una mirada que solo pueden comprender y llegar a
percibir de verdad los que intentan ver más allá de dos simples
ojos, unos ojos que, de entre todos los colores del mundo escogieron
el verde, menudo color. Un color que dicen tanto, que expresa tanto,
y que desprende la más hermosa de las miradas cuando recibe la luz
del sol.
Difícil
también resulta describir su mejilla, hablar sobre esa curva
infinita sobre la que se deslizan tantas y tantas emociones, una zona
sobre la que el escultor quiso deslizar la gubia con el mayor tacto
posible para crear la más fina, sencilla y elegante armonía entre
rostro, pasión y madera. Una mejilla sonrojada y enardecida, que no
hace más que recibir el calor de tus hermanos, el calor de tus
devotos y el calor del sol de la mañana que te acompaña cada
viernes santo. Una mejilla brillante, reluciente, capaz de enternecer
cualquier sentimiento que se ponga ante ella, y si difícil resulta
describir una mejilla, imaginen describir dos.
Difícil es
derramar una lágrima, y todavía más describir las suyas, incluso
cuando esta se vuelve cristal y se mantiene sostenida en el tiempo.
Es muy difícil, créanme. Una lágrima es la más pura expresión
que una persona puede ofrecer a su sentimiento, y en este caso, en el
de una dolorosa, la más pura expresión del dolor, del sufrimiento,
de la batalla perdida y del desconsuelo. Expresa tanto, significa
tanto, que difícilmente unas simples líneas pueden contarlo. Unas
lágrimas amargas, que caen con decisión, que caen deslizándose,
que solo quieren escapar de tu rostro, y que aunque suene un poco
egoísta por nuestra parte, todos queremos ver cada Semana Santa, así
es, y entonces, si difícil es describir una lágrima, imagínense
seis.
Que difícil
es, igual que describir su boca, suena raro ¿Verdad?, una boca, algo
tan sencillo, tan habitual y tan visible. Es difícil cuando esa boca
está entreabierta y deja escapar el aliento, el suspiro, el calor
contenido de tanto dolor, cuando quiere hablar pero no puede
pronunciar palabra alguna, cuando es tan fina y tan sencilla que
cualquiera se queda prendido, una simple boca y dos labios en armonía
que, aunque parezca raro, dicen muchas cosas sin moverse. Dicen cosas
que solo oyen los que quieren escuchar, quienes si no. Que difícil
es, y si difícil es hablar de una boca, imagínense de sus manos,
muy difícil. Unas manos cansadas, unas manos talladas por el tiempo,
unas manos que darían lo que fuera por poder abrazar a su hijo, por
recibir y dar calor al que lo necesita, y que hacen lo posible por
mantenerse inmóviles, quietas, sin movimiento alguno. Unas manos que
hacen un gran esfuerzo por sostener un paño de lágrimas con el que
consolarse y un rosario al que agarrarse. Poca cosa parece ¿No?,
pues nada de eso, porque con la pena y el llanto como compañeros de
viaje, hasta el más simple detalle se vuelve una carga muy pesada,
pregúntenle sino.
Que
complicado es de explicar, ni se lo imaginan, igual que complicado
tiene que ser llevar una corona dorada de reina. Todo un regalo de tu
pueblo que te considera como tal, aunque lo cierto es, que esa reina
vendería hasta su última joya por tener a su hijo entre sus brazos
una vez más, eso lo sabe bien cualquier madre. Que difícil es
explicar un palio, demasiado difícil, porque decir que es un puñado
de varales sosteniendo bambalinas es quedarse corto, muy corto. Un
palio es nuestra manera de demostrar el cariño, de expresar devoción
hacía ella y de rezar con la mirada, con la cera de los cirios y con
el esfuerzo de los costaleros. Un palio es el resultado del trabajo
de una hermandad durante todo un año, la dedicación desinteresada
de muchas personas y la satisfacción de un pueblo entero, y aun así,
me sigo quedando corto. Que difícil es hablar de ti, una madre que
de entre todas las advocaciones posibles escogió quizás la más
significativa, la más humilde y la que más cobijo da, esperanza,
como no.
Esperanza de
vida, de amor y de cariño, esperanza como nombre y como sentimiento,
como fe y como guía en el camino para todos. Son tantos los que
acuden a ti, tantos los que te piden, los que te ruegan, los que te
suplican, son tantos, es tan grande la tarea, que solo se puede
llevar a cabo con el don de la esperanza. Danos pues esperanza, danos
cariño, amor, danos cobijo, fuerza para aguantar el camino y para no
detenernos, danos pasión y danos fe, danos lo que tu quieras, porque
nos das tantas cosas que nos sentimos en deuda contigo. En deuda con
una madre y mujer tan humilde que solo quiere dar, y a la que solo le
pedimos esperanza, la esperanza que tu cada día nos das.
Dedicado,
por parte de todos sus amigos y conocidos a nuestro querido Juani,
cofrade como el que más y buen conocedor de este sentimiento.
Siempre estarás con nosotros, y por tantos momentos vividos nunca te
olvidaremos.
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