Danos esperanza

Y casi como si nada lleva ya más de 20 años con nosotros. Vino sin hacer ruido, para abrazar y dar aliento a un hijo que necesitaba una madre, y fue tal su abrazo que más bien parecía llevar con nosotros toda la vida. María, reina de un pueblo y madre de nuestros corazones, viniste para dar esperanza y esperanza nos diste. Elegimos el verde para que te representara, para que diera color a tu mirada y parece que no nos hemos equivocado. Viniste para acompañar a tu nuevo hijo y así lo haces, porque ahora cuando mira hacia atrás ya no se siente solo, ve a su madre y su protectora.


Siendo tan importante como eres par mí y para muchas personas, no podía dejar pasar más el tiempo sin dedicarte unas palabras, que seguro no serán suficientes porque el sentimiento es difícil de explicar, pero espero que al menos sirvan a modo de oración para ti y admiración por lo mucho que te debo y debemos todo el pueblo de Casariche. Te lo decimos a ti porque haces que cada Viernes de esta semana mágica sea diferente, porque aportas el toque la luz y la chispa perfecta para que un cielo que se despierta envuelto de morado pasión se tiña poco a poco del verde más esperanzador que se pueda imaginar. Eres la alegría de tus hermanos y de tus hijos, la luz de la mañana para el que te pide esperanza, además del ingrediente perfecto para que podamos ver el más bonito amanecer que se pueda tener. Das aliento a todo el que te lo pide, a todo el que te quiere ver, porque no te guardas nada, lo entregas todo cada mañana de Viernes Santo.




Todo esto es lo que veo y siento cuando oigo hablar de ti, cuando escucho a tus costaleros, a tus nazarenos, a tus hijos, a tus hermanos, a todos los que te procesan devoción. Escucharlos es dejarse llevar por lo que sienten por ti. Solo con pensar en el brillo en la mirada que se desprende de ellos cuando sus palabras se llenan de esperanza, uno ya sabe lo mucho que significas. Tanta emoción, tanta devoción y sobre todo tanta ilusión. Ilusión porque para todos nosotros, y en esto me incluyo yo, cada año que se prepara tu salida de una forma especial. Lo saben bien, las personas que te perfuman con las flores más frescas de la primavera, lo saben bien los que pasan días y noches limpiando la plata para que en el mágico día brille más que el sol. Lo sabe bien Antonio, que sin haberse criado bajo tu regazo te viste como la más hermosa de las reinas, ya se de hebrea, ya sea de reina, en cuaresma, en semana santa y durante todo el año, y lo saben bien los que te llevan por las calles de nuestro pueblo, tus costaleros, esos si que lo saben bien, porque serían capaces de cualquier cosa para que el pueblo reciba tu mirada.

Aunque hablar de ti es difícil, porque muchos piensan que solo eres una imagen que se resguarda bajo un palio de tercio pelo. Partiendo de ahí resulta muy difícil, pero con esto no pretendo convencer a nadie, solo quiero que al menos, durante el tiempo en el que leen estas palabras, la gente te pueda ver, y te pueda sentir, aunque solo sea durante un instante, como te vemos y sentimos todos nosotros, queremos que te vean por sus ojos como te vemos nosotros a través de los nuestros.

Un palio y una imagen es quedarse corto, demasiado corto, es mucho más que eso. Es algo tan peculiar que resulta difícil no solo de explicar, sino de entender. Es algo complicado, muy complicado, y sobre todo complejo, tan complejo como explicar un rostro. Es algo muy difícil, como entender su mirada, saber que quiere decir una mirada perdida, sin punto fijo, tranquila y paciente, dispuesta a mirar a todo aquel que quiera ser mirado y recibir esa mirada. Una mirada sin consuelo cargada de ilusión, una mirada que solo pueden comprender y llegar a percibir de verdad los que intentan ver más allá de dos simples ojos, unos ojos que, de entre todos los colores del mundo escogieron el verde, menudo color. Un color que dicen tanto, que expresa tanto, y que desprende la más hermosa de las miradas cuando recibe la luz del sol.

Difícil también resulta describir su mejilla, hablar sobre esa curva infinita sobre la que se deslizan tantas y tantas emociones, una zona sobre la que el escultor quiso deslizar la gubia con el mayor tacto posible para crear la más fina, sencilla y elegante armonía entre rostro, pasión y madera. Una mejilla sonrojada y enardecida, que no hace más que recibir el calor de tus hermanos, el calor de tus devotos y el calor del sol de la mañana que te acompaña cada viernes santo. Una mejilla brillante, reluciente, capaz de enternecer cualquier sentimiento que se ponga ante ella, y si difícil resulta describir una mejilla, imaginen describir dos.

Difícil es derramar una lágrima, y todavía más describir las suyas, incluso cuando esta se vuelve cristal y se mantiene sostenida en el tiempo. Es muy difícil, créanme. Una lágrima es la más pura expresión que una persona puede ofrecer a su sentimiento, y en este caso, en el de una dolorosa, la más pura expresión del dolor, del sufrimiento, de la batalla perdida y del desconsuelo. Expresa tanto, significa tanto, que difícilmente unas simples líneas pueden contarlo. Unas lágrimas amargas, que caen con decisión, que caen deslizándose, que solo quieren escapar de tu rostro, y que aunque suene un poco egoísta por nuestra parte, todos queremos ver cada Semana Santa, así es, y entonces, si difícil es describir una lágrima, imagínense seis.

Que difícil es, igual que describir su boca, suena raro ¿Verdad?, una boca, algo tan sencillo, tan habitual y tan visible. Es difícil cuando esa boca está entreabierta y deja escapar el aliento, el suspiro, el calor contenido de tanto dolor, cuando quiere hablar pero no puede pronunciar palabra alguna, cuando es tan fina y tan sencilla que cualquiera se queda prendido, una simple boca y dos labios en armonía que, aunque parezca raro, dicen muchas cosas sin moverse. Dicen cosas que solo oyen los que quieren escuchar, quienes si no. Que difícil es, y si difícil es hablar de una boca, imagínense de sus manos, muy difícil. Unas manos cansadas, unas manos talladas por el tiempo, unas manos que darían lo que fuera por poder abrazar a su hijo, por recibir y dar calor al que lo necesita, y que hacen lo posible por mantenerse inmóviles, quietas, sin movimiento alguno. Unas manos que hacen un gran esfuerzo por sostener un paño de lágrimas con el que consolarse y un rosario al que agarrarse. Poca cosa parece ¿No?, pues nada de eso, porque con la pena y el llanto como compañeros de viaje, hasta el más simple detalle se vuelve una carga muy pesada, pregúntenle sino.

Que complicado es de explicar, ni se lo imaginan, igual que complicado tiene que ser llevar una corona dorada de reina. Todo un regalo de tu pueblo que te considera como tal, aunque lo cierto es, que esa reina vendería hasta su última joya por tener a su hijo entre sus brazos una vez más, eso lo sabe bien cualquier madre. Que difícil es explicar un palio, demasiado difícil, porque decir que es un puñado de varales sosteniendo bambalinas es quedarse corto, muy corto. Un palio es nuestra manera de demostrar el cariño, de expresar devoción hacía ella y de rezar con la mirada, con la cera de los cirios y con el esfuerzo de los costaleros. Un palio es el resultado del trabajo de una hermandad durante todo un año, la dedicación desinteresada de muchas personas y la satisfacción de un pueblo entero, y aun así, me sigo quedando corto. Que difícil es hablar de ti, una madre que de entre todas las advocaciones posibles escogió quizás la más significativa, la más humilde y la que más cobijo da, esperanza, como no.

Esperanza de vida, de amor y de cariño, esperanza como nombre y como sentimiento, como fe y como guía en el camino para todos. Son tantos los que acuden a ti, tantos los que te piden, los que te ruegan, los que te suplican, son tantos, es tan grande la tarea, que solo se puede llevar a cabo con el don de la esperanza. Danos pues esperanza, danos cariño, amor, danos cobijo, fuerza para aguantar el camino y para no detenernos, danos pasión y danos fe, danos lo que tu quieras, porque nos das tantas cosas que nos sentimos en deuda contigo. En deuda con una madre y mujer tan humilde que solo quiere dar, y a la que solo le pedimos esperanza, la esperanza que tu cada día nos das.



Dedicado, por parte de todos sus amigos y conocidos a nuestro querido Juani, cofrade como el que más y buen conocedor de este sentimiento. Siempre estarás con nosotros, y por tantos momentos vividos nunca te olvidaremos. 

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