
Son sin duda protagonistas secundarios en la jornada de Lunes Santo, además realzan la talla de una imagen y un paso que ya de por sí impresionan, y me refiero a los cuatro evangelistas que reposan sobre las esquinas del canasto del paso del Stmo Cristo de la Expiración de la hermandad del museo. Estos evangelistas fueron tallados por todo un ilustre imaginero como Francisco Ruiz Gijón, entre 1695 y 1700, realizados en madera policromada. Son cuatro imágenes que sin duda aportan una dosis de belleza al canasto del cristo del museo, canasto que ya de por si deslumbra, sobre todo cuando lo observamos en la noche de Lunes santo, canasto que está siempre custodiado por esos cuatro pequeños "guardianes" que reposan en sus esquinas, y de los cuales hablaremos ahora en profundidad.
Las imágenes miden unos 85 centímetros aproximadamente, y como dije con anterioridad, las podemos apreciar en las esquinas del paso del Stmo Cristo de la Expiración de la hermandad del Museo. Representan a los cuatro evangelistas, Mateo, Marcos, Lucas y Juan, cada uno aparece con el atributo que les representa, como el toro en el caso de Lucas, el águila en el caso de Juan, el León en el caso de Marcos o el ángel en el caso de Mateo. Pero hay otros detalles que no apreciamos, o que su ubicación en el paso no nos permite ver, y que dan más relevancia e importancia a dichas tallas, como son por ejemplo los pergaminos que sostienen, en los que aparecen escritos los pasajes correspondientes la momento de la expiración de cristo, escritos en latín y cada uno con el pasaje que corresponde a su evangelio, algo que lógicamente, no se puede apreciar al verlos acompañando a su cristo por las calles de Sevilla. Son unas imágenes de gran belleza y definición, y a pesar de su pequeño tamaño y de formar parte del decorado de un canasto, son auténticas obras de arte, dignas de admiración.
Las cuatro tallas fueron restauradas en 1967 por Sebastián Santos Rojas, y posteriormente en 2001 por Francisco Berlanga, por lo que en la actualidad, apenas parece que el tiempo haya pasado por ellas. Quizás, por formar parte del canasto de un paso y no ocupar un papel principal, pueden pasar desapercibidas en algunas ocasiones, ya que como es lógico, todas las miradas se centran en la imagen del Cristo al que acompañan, un cristo del museo realizado por Marcos Cabrera en 1575, al que ya dedicaremos otro apartado próximamente. A pesar de eso, las imágenes son dignas de admirar, y tienen un lugar privilegiado para para acompañar a su cristo, además tienen gran importancia por dos motivos principalmente. Primero por su belleza y su gran ejecución, una ejecución que las convierte en auténticas obras maestras, y segundo por formar parte de la obra de uno de los autores más importantes de la historia del barroco español, Francisco Ruiz Gijón.
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